4.4.10

la ley y la promesa

foto: -llamadores de ángeles-










“Hay un cuadro de Klee (1920) que se titula Ángelus Novus. Se ve en él a un Ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava su mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la Historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas… Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso”.

(Walter Benajamin).-



Existen tiempos para rodear a la sombra, pulso de los abandonados, existe tiempo para afanarse por lo que no da paz, para contrarrestar fortunas avanzadas, existe un tiempo y solo un tiempo para cualquier conducta típica, y también existe la maravilla del canto de los caminantes  cuando escuchan el latido de su llanto clavado en el corazón. 
Existió aquella época cuando escuché decir que la vida da vueltas inexorables, afincando en la llaga del cuerpo. Puede que también escuché decir que se llevaba en la mochila rastros de humanidades generosas, la rosa de los libros cubiertos por el polvo. Eras tú, -fuiste- porque te convertiste en el acompañante del gesto adictivo, metáfora de los ángeles milenarios. Ahora te confieso, conmuevo a la nube del ayer. A ése aire de otoño, siempre lo he amado.

Aire de otoño:
Segura estoy de todas ésas imágenes que pernoctan en todas las horas de mi día. Palabras contagiosas y meláncolicas, tierra seca y húmeda, altas palmeras que parecían gritarme los jueves desde sus cimas de la zozobra. Recuerdo ahora, hojas blancas, ruido de mentes, un café en la mañana y una profanación a la puerta. Recuerdo lo inagotable, el amor llenándome poco a poco. Recuerdo un Walter Benjamin apuntando a mi intelecto blando. Y es que...

 Todavía existe tiempo para escribir sobre leyes y promesas.

¿Recuerdas?

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