13.2.10

teorias dispersas

Ahora bien, el problema o debate de fondo entre el paradigma conductivista clásico y el psicoanalítico es que se plantea la diferencia epistemológico-política. Por ejemplo, el psicoanálisis pudo y puede ahora romper con los otros paradigmas establecidos de su tiempo. Fue un ataque frontal a la ciencia determinista y experimental del su tiempo. No debió ser agradable para muchos destapar, rescatar o mostrar los contenidos oscuros que llevaban las mentes racionales o perturbadas. El psicoanálisis no tenía un método lineal y preparado como el del acondicionamiento operante. Al contrario, buscaba en el desarrollo, o curso de la terapia, nuevas estrategias para seguir ahondando en la condición patológica del paciente. Para el científico clásico, el estudio del inconsciente no tiene un soporte estable y real, pero sin dudas, son muchos los casos de gente que se cura gracias a la elucubración ajena, de otra mente más cercana que intenta desenredar los misterios de la otra.

El juicio psicoanalítico intenta ver al hombre como un ser humano hedonista por lo tanto no cabe la posibilidad de ser como máquinas. El hedonismo es una doctrina que pregona el placer como el máximo fin de la vida, por ello, ningún ser humano se aleja de la posibilidad de actuar deliberadamente para conseguir objetivos. Pero esta sugerente capacidad de decisión parece verse anulada con el espíteme conductista que explica que los seres humanos son mecánicos ya que pueden inducirse en ellos estímulos y respuestas mediante experimentos científicos. Es decir, desde el momento en que el ser humano obtiene carácter sistematizable, este es un ser mecánico. Sin embargo, no siempre se producen las mismas respuestas, pueden variar. Para el observador conductista, la conducta es justamente observable. Sin más ni menos. Para el analista el inconsciente se manifiesta en forma de acciones que no siempre serán claras del todo porque parten de la premisa del hombre indeterminado que revela su mundo psíquico a su antojo, aún incluso con algún condicionamiento ligero.

El analista está ahí para escuchar a su paciente, y el paciente puede hablar cuanto quiera pero no abandonarán nunca el control en cada sesión. Por ejemplo, es preciso colocar el horario de turno, los temas a exponer, e incluso las técnicas analíticas que podrán variar, según sea el cuadro clínico. La hipnosis sería una herramienta analítica que encuentra pistas en la mente del paciente para poder abordar una posible cura.

Sería importante que se pudiera afianzar una lectura más crítica sobre el potencial enorme que tiene la pedagogía que alienta la transferencia o retroalimentación mutua entre educador y educando.

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