9.7.10

Hallarme entre los que viven.

Había dicho antes...

Recuerdo haber estado muchas veces entre clínicas y hospitales en mi infancia y adolescencia. Siempre una niña enfermiza odiaba las agujas y el olor de los alcoholes, además de ése típico gesto de los médicos que se sentían seguros cuando te introducían la paleta en la boca para que como una tonta dijese: ahhhhhh. Aunque era sumamente gracioso cuando te pegaban con ese aparatito en la rodilla y tilín tilín la rodilla reaccionaba instintivamente por los reflejos. Me reía entonces y esperaba el caramelo final por haber sido una buena niña durante la examinación. Lloraba espantosamente si me pinchaban para extraerme la sangre porque la verdad sea dicha, no hay nada peor que eso. Cuando veía la aguja cerca me agarraba de mi madre y cerraba los ojos, y luego…El Diluvio Universal. El día que fui a visitar al abuelo enfermo por haber abusado de la cerveza, lo vi desde la ventanilla pues era muy chica para entrar a la sala de terapia intensiva. El abuelo lucia mal. Me fui a mi silla en la sala de espera, y miré hacia los ascensores. Una persona salió de ahí y tiró una bolsa de papel al suelo así sin más. Por un momento lo dudé. Fui entonces hasta allá. Mi tía casi me toma del brazo como diciendo: ¿a dónde vas niña? Tomé el papel y lo boté a una papelera. Luego me fui a mi silla. Mi tía me dijo que había hecho algo bueno. La verdad pensé: Que hijo de puta. Hay enfermos por todas partes. No solo en los hospitales. Entonces, ¿qué les digo? Odio los hospitales, los odio realmente, pero allí dentro comprendes que hay gente que nos necesita. Probablemente hay ángeles en ellos. O probablemente no. Sin embargo, cuando la abuela estaba hospitalizada en una clínica, yo sentí que a su alrededor habían ángeles. Pudo ser el abuelo. ¿Qué es la muerte dirán? La muerte solo es un paso. La abuela si muere a los cien años, no morirá. Ya ella no tiene nada que temer. La muerte aunque parezca una agujero de tierra hondo y oscuro, solo puede ser un momento de esos en donde decides realmente qué camino tomar. No tiene mucho sentido venir a la tierra para lograr algunas cosas más o menos excepcionales. Tú sabes que son excepcionales- y después morir como cuando se apaga el botón de un robot. No. El alma existe. La vida es más que células bailando cumbia dentro de una piel. La abuela estuvo a punto de morir el año pasado y algo-creo que Dios- despertó a mi tía para que lograra llamar a las enfermeras a tiempo. He pensado... ¿Cómo no creer en algo? ¿Cómo no creer en ellos? ¿Cómo no creer en nosotros mismos? Toda mi vida he estado muy cerca de la muerte y aun estoy aquí. No he escapado de ella, no, le tengo pavor al cese de los sentidos vitales, pero siempre ha estado allí –algo- cuidándome a mí y a los míos. Una vez mi hermana fue salvada por –alguien- que jamás apareció de inmediato. Entonces no sé que sea la muerte. Quizá muerta mañana, o en meses, o en años, o nunca, pero lo que si se es que hay un Dios allí. Quizá tengamos que admitir que los humanos tenemos miedo de morir pero también de vivir, sino fíjense la cantidad de guerras que hubo antes de Cristo y después de Él. Y tampoco sé si realmente ese “man” existe pero cuando yo le pedí por la salud de mi abuela, sentí que estuvo en todo momento allí con ella. Debe ser cierto eso de que el autosaboteo al templo que somos no ayuda mucho. No creo en religiones, no creo en sinagogas, ni iglesias, ni pagodas, ni mezquitas, ni nada semejante, pero creo en algo: si somos creaciones perfectas, si somos cuerpos rebosantes de salud al nacer con adecuado peso y con un alma impaciente por aprender cosas nuevas, si tenemos todo para triunfar en la vida gracias a una posición excelente, ¿por qué la cagamos? ¿Por que los millonarios se drogan cuando tienen miles de recursos que yo gustosamente habría aprovechado de adolescente para ser filosofo o una medico? Es que precisamente ésas son las vainas que “arrechan”. ¿Por qué carajos te metes un pase de marihuana si estás estudiando en la mejor universidad del mundo? ¿Por qué amas a la muerte cuando muchos niños o adolescentes se mueren de hambre en los callejones de la urbanización elitista? ¿Por que tengo que mantenerme al margen de este debate sobre las clases sociales si no es justo que ocurra esta paradoja? Provoca decir: malditos, yo tomo vino y hallacas en navidad pero si un niño pobre me pide comida esa Nochebuena se la doy completa no sin antes ponerme a llorar como una Magdalena. Malditos, ya una vez un hombre a quien solo se le veían los huesos, la cara completamente demacrada me pidió dinero no sin antes decirme que tenía sida. Entonces me puse a llorar después de haber olido, y ¿saben? Creo que no era el olor del pasar días en la calle sin bañarse, no, era el olor de la muerte. Mama me calmó y me dijo que esas cosas pasaban, pero yo nunca olvidé esa cara. Ya era alguien resignado a morir. Solo quería algo de comida y dinero. Yo nunca, nunca había estado cerca- que yo supiera- de un hombre enfermo de sida desde mi exposición sobre ese tema a los diez años de edad. Bueno, alguna vez habré leído un ensayo sobre la muerte, en alguien que pienso yo, ya murió hace tiempo. Es ilógico. Lo sé, pero se niega a morir porque ya sabe que la vida está llegando. Se niega a morir con sus siete dioses. Esta muerto desde antes de la creación. Esta muerto porque se resigna a morir. Porque mató al sol en medio de sus oscuridades. Esta persona, -de la cual no diré nombre después de todo tiene muchos- no puede entender que no importa cuántas alegrías pasajeras o placeres escandalosos existan, o ideologías presentes hagan alianzas, la vida es antes que todo. Y eso es impostergable. La vida antes que nada. ¿Y que es la vida según ese hijo de puta si nunca se supo amar más que a sí mismo? ¿Cómo puede hablar sobre la muerte y la vida si muere cada día al indigestarse con humo fuego? Es que un muerto no puede hablar sobre la muerte ni la vida. Incluso cuando un vivo muere, antes de morir pide a Dios por su vida, pero este muerto del cual hablo no pide a Dios siquiera, no le pide a nadie. Sabe de cientificismos que son nada, absolutamente nada sin el espíritu. ¿Qué vale más? ¿Una serpiente enrrollada juramentando que salvara a miles con ética o un muerto mirando la luz de su propia capacidad para querer curarse? Pues yo creo que todos podemos curarnos, y curar a otros, pero no solo el cuerpo, sino el alma. Ellos, algunos médicos, olvidan que el alma peligra en sus manos también. Si hay Dios, concluyo, y hay hijos de puta. Hijos de puta que se niegan a morir estando muertos porque dejaron que la vida, se les “cayera” de las manos. No importa cuántos arboles tumbes, le digo yo a la muerte porque sé que adversa a los arboles de la vida. Una mujer enferma en una camilla no es menos divina que una mujer que prefirió negar la verdad que había dentro suyo. Una mujer enferma, hecha de tierra, o de cielo, puede ir al polvo pero puede salvarse si una lo quiere. Por eso si decimos: levántate y anda se cumple. ¿No acaso decimos al cielo que pare la lluvia, y para?

Pero...la Historia ahora se daba vueltas

Ella sonriendo subrayó una línea en medio de un jardín mientras todos asombrados le miraban pedir clemencia

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De los hombres que no esperan nada de sí mismos, que alguna vez fueron promesas, sin duda son bestias confundidas que podrian ser salvados por angeles.
O viceversa.

Y ustedes los que cuestionan a un caido, oigan:
¿No acaso decimos?, Padre Nuestro y Madre Nuestra que estás en la Tierra, Santificados sean sus nombres, venga a nosotros tu amor inmenso, hagase tu voluntad  en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan con fresas de cada dia, perdona nuestras cagadas, todas nuestras agudas manias,  asi como nosotros tambien perdonamos a quienes nos joden con las suyas, no nos dejes caer en el alcohol,y las drogas, y libranos de la puta crisis.

¿No acaso lo dicen?

Pues yo lo digo...Y PUNTO.



Amen


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