15.2.10

La contrahistoria de la lucha de razas


El racismo alcanza niveles institucionales. Los Estados en ninguna parte del mundo, descartan roces contraculturales. Durante la postulación del actual presidente de Estados Unidos Barack Obama, se percibió el grado de dificultad por aceptar el discurso de un futuro presidente “de color”. La eminencia ideológica de los grupos políticos conservadores, de la tolda republicana sobre todo, se sentía invadida profundamente por el cambio de un orden “sajón” que siempre estuvo afincado en sus agendas. Nunca antes había llegado a la presidencia de la republica un hombre negro que de alguna forma amenazaba sus tradiciones. En cierta forma se trataba de una variable diferente dentro de una ecuación que siempre había sido admisible y poco cuestionada. Sin embargo, el Estado lo tomó bien, y no se vislumbraron aparentes coyunturas raciales de algún tipo, sino que su propuesta obtuvo un alcance significativo dentro y fuera de sus fronteras. Quizá por la desventaja social que siempre ha tenido la raza afroamericana, ésta le legitimó apoteósicamente, puesto que creyeron contar con un “poder confiable en sus manos”. Las cosas no siempre funcionan en términos tan sencillos dentro de la política. Los organismos económicos validan la venta de un “producto ideológico” en cada tiempo, y región. Por tanto, no me cabía duda que solo eran apariencias “ovales”. No se trataba de un negro en la casa blanca, sino de una fachada más amable para decretar poderes que siguen siendo neoliberales. Hasta la fecha se nota la demagogia cada vez más fructífera.

La muerte y el miedo son usados como mecanismo de poder en una sociedad que vive esperando un milagro de líderes avocados a sus individualidades. No existe una regularización de sus acciones más que un sondeo público que en realidad no es nada porque no domina realmente las instancias del poder. Llámese sistema democrático o participativo, el que camina por las calles sigue preguntándose que construirá el gobernante de turno, para satisfacer sus demandas civiles correctamente. El poder actúa como un punto extendido dentro de una cadena y se distribuye plácidamente sobre lo que se considera dignidades personales o colectivas. Lo hace porque no tiene miedo. La posición de poder se asienta cómodamente porque las figuras de autoridad refuerzan o defienden sus actos. No se levantan contra ellos de ninguna forma. El peatón no lanza piedras contra la máxima casa del Estado porque de inmediato es condenado. Este sistema casi- y digo casi porque somos cómplices hasta que se anide el cambio de orden establecido- tachado de método de la barbarie, condiciona los aparatos económicos que reproducen riqueza para algunos y miseria para otros. Los burgueses no se conmueven ante la filosofía extraoficial y los declarados defensores de la conciencia de clase se superan a sí mismos con las armas cayendo en la comedia Dantesca. Algunos se instauraron dentro de las áreas del proxenetismo y todavía gritan a viva voz: …luchar por la libertad de los pueblos del mundo…
y continúa el eco…

escandalosamente.

No hay comentarios: