29.11.09

sin duda


1. El discurso es la clave para condenar o liberar.

2. Muchos, todavía no sabemos quienes somos, abandonamos la esencia cultural espiritual, para tomar el vacío, y así llenarlo con una suerte de objetos y conceptos dogmáticos que no tienen perdurabilidad porque no son trascendentales, son de corta duración y además mortalmente invasores del alma.

3. Transformar las instituciones sociales, políticas, culturales y científicas seguirá siendo un proceso de regresión incesante a menos que se cuestionen los paradigmas de este status quo a la luz de un cambio que convenga a todos por igual sin distinciones específicas. Aplicar nuevos símbolos culturales conllevaría cambiar el dictamen ya establecido, conlleva verificar todos los espíteme existentes y remodelarlos. No es conveniente para algunos. No es conveniente atacar el sistema en sus partes más fuertes: su discurso o ideología y la praxis. Su gran maquinaria es a partir del engaño simbólico.

4. Decidimos entonces vivir el presente en intensidad y apostar por el futuro, pero ¿acaso no es cierto que para poder mirar el porvenir se necesita revisar la herida o cicatriz del pasado para no olvidar como es que se llegó a ese porvenir? Una ida y vuelta imposible de eludir, ¿no es así? ¿Somos solamente relaciones de producción, relaciones de poder, con una más o menos fuerza o densidad que cada día se renueva? ¿Y que pasa con la renovación de la relación de saber libre y retroalimentativo que sobrepasaría la represión humana? Sería subvertir el orden establecido, y sería administrar el lugar con nuevos recursos dialógicos. Sería, encauzar o vehiculizar el saber de manera tal que nadie tenga que disuadir, luchar, sentirse contrariado o usado, sería vivir sabiendo y haciendo sin la excusa siguiente que no sabemos cual es pero que siempre nos molesta de alguna manera. Es hora de levantar nuevas situaciones de orden que nos permitan defender una sociedad cada día más ininteligible, una sociedad que no tiene identidad, porque ha sido atacada desde todos los frentes. Pero para poder atacar la autoridad de todos estos conceptos y discursos de poder, hace falta atacar la represión silenciosa pero no menos ruidosa que comienza en nuestras mentes. En este sentido significaría atacar la raíz podrida de nuestro nous, y vaya que parece ser una tarea ardua. El hombre ha sido acostumbrado ya al triste ejercicio del silencio y el conformismo. Pero claro, mi papel no está en reivindicar el hermoso lugar del apareamiento de la neurona con el corazón, mi rol es identificar estas cuestiones y darles alguna forma ideal. Si yo me educo en este proceso, será sin duda esclarecedor, y probaré lo que argumento pero sé que al final no estaré lo suficientemente educada, entonces la pregunta sería:

¿quién estárá realmente educado en los campos de la vida? ¿Todos, uno, o nadie?



respuesta: TODOS

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